Como suele decirse: “No hay una segunda oportunidad para una primera impresión”. Cuando conocemos a alguien, en apenas un minuto, nos hacemos una imagen de esa persona. Sabemos si es o no de nuestro agrado, si nos inspira confianza o no. Esta primera impresión que ofrecemos a los demás está basada en el aspecto, los gestos y muy importante, en la VOZ.
La voz es nuestra carta de presentación pero no somos conscientes y no le damos la importancia necesaria. Debemos cuidarla y trabajarla como cualquier otro aspecto.
Hay voces roncas. Hay voces con poca potencia, que apenas se oyen. Hay voces demasiado fuertes, con un exceso de volumen. Hay hombres que tienen voces muy agudas. Hay mujeres que tienen voces demasiado graves, o agudas hasta el punto que resultan incómodas. Todo esto se puede tratar y mejorar, para que resulte mucho más agradable ese sonido que nos acompaña siempre y nos identifica.
Lo primero que hay que decir es que nuestra voz es como un instrumento musical. Nosotros podemos hablar gracias a la salida de aire, que hace que nuestras cuerdas vocales vibren. Y así se produce el sonido. Con lo cual, una buena respiración es básica para tener una buena voz.
Cuando estamos callados o dormidos la respiración debe ser por la nariz, ya que en ella tenemos unos “pelillos” que calientan y humedecen el aire. Y así evitamos que se reseque la mucosa, pues esto se puede volver muy incómodo.
Cuando hablamos, la respiración ya tiene que ser por la boca. Es mucho más rápida y eficiente que la respiración nasal. Cada diez/quince palabras, aproximadamente, necesitamos hacer una toma de aire para poder seguir hablando. Con lo cual en una conversación larga, en una charla, en una reunión… podemos hacer cientos de respiraciones bucales.
El problema que nos encontramos es la sequedad bucal. Al respirar por la boca se reseca mucho la mucosa. Aquí incluimos la boca y las cuerdas vocales.
Resulta realmente incómodo hablar con la boca seca, pastosa. La sensación es que la lengua se queda pegada al paladar y le falta la agilidad necesaria para articular.
A las cuerdas vocales les pasa prácticamente lo mismo. El movimiento no es tan fluido y la voz puede sonar un poco más ronca.
Así que siempre que vayamos a hablar durante largo rato es muy importante la hidratación, para que nuestro aparato fonador funcione al máximo rendimiento. Para ello es básico beber mucha agua. También la toma de productos específicos como comprimidos, chicles dentales o sprays con compuestos específicos que ayudan a estimular la secreción de saliva, ayudarán a evitar la sensación de boca seca al hablar en públlico.